¿Por qué soy Ateo Militante?
Me
gustaría compartirles la historia de cómo me embarqué en la decisión de ser más
frontal con mi ateísmo, y el por qué pienso que más ateos deberían unirse en la
des-conversión de los creyentes. Así que comenzaré por decir a qué me refiero
con “ateo”.
Yo
me autodefiní un par de años como “agnóstico”, me parecía una posición humilde
y sensata, precisamente por la neutralidad que implica el término, y porque era
compatible con el escepticismo que también profesaba. Agnóstico básicamente es
decir “no sé” A =sin, Gnosis= conocimiento, Tico= relativo a; lo cuál en mi
caso es verdad, pero también lo es en el caso de cualquier persona, realmente
nadie sabe si hay uno, varios dioses o ninguno, además de que esto depende en
cada caso de la definición que se dé sobre Dios, por lo que el agnosticismo
como tal no es una postura, es elegir no participar en la discusión y eso era
algo que no me podía permitir, especialmente con la vena neurótica que corre en
mi familia.
Además
me di cuenta que “agnóstico” no definía lo que yo verdaderamente creía, me
parecía una posición tibia y neutral cuando yo en realidad tengo bastante
confianza en que no existe ninguna clase de dios o deidad, como dice el
filósofo Daniel Dannett, “No encontrar razones para creer es tener buenas
razones para no creer”, cosa en la que estoy absolutamente de acuerdo.
Aprovechemos
para contemplar otras posibles definiciones para la postura que sostengo, y por
supuesto la más importante es “Escéptico”, es decir, no creo hasta ver la
evidencia, por supuesto que me siento identificado con esta postura, sin
embargo el escepticismo al final no capta la intención confrontativa que yo
poseo y se queda nuevamente en la posición neutral que ofrece el “agnóstico”. Richard
Dawkins ofrece otros posibles nombres para las personas que no creen en la
superstición y lo sobre-natural, les dice naturalistas, No-teístas,
no-creyentes y hasta brillantes, tratando de ofrecer una palabra que tenga un
sentido positivo que contribuya a mejorar la imagen de los ateos en general,
pero al mismo tiempo dice que es importante quitarle el estigma a la palabra
con “A”.
Verán,
tengo un objetivo, mi intención es hacer ver la belleza que tiene la realidad
por sí misma, hacer ver lo interesante que es, enseñar a que las personas
distingan entre lo que desean y lo que existe, y que aprendan a cuestionar y
poner en duda aquello que les han enseñado ¿Por qué? Porque a mí me provocó una
profunda felicidad el aprender a distinguir y desechar aquellas cosas que solo
son fantasía humana.
Pero
¿cómo llegué a esta conclusión? Los que me conocen un poco sabrán que yo fui un
creyente sincero, de hecho, me molestaban aquellas personas que decían que
creían, pero sus acciones no correspondían a lo que decían, desde entonces
respetaba más a los Ateos que a los Agnósticos o que los creyentes moderados
justamente por esa falta de claridad; además para mí alguien que decía no tener
ninguna certeza sobre el mundo no podía tomar ni una sola decisión, así que los
escépticos también me molestaban.
Con
el tiempo hubo distintas razones por las que me fui alejando de mi creencia
inicial, para mí era y es muy importante la congruencia, por lo que no permitía
que dos pedazos de información que se contradecían coexistieran, sin embargo es
relativamente sencillo no encontrar conflictos entre la realidad y la fantasía
cuando no se conoce la realidad de una forma científica, aun cuando actuaba
“racionalmente”. Digo que actuaba racionalmente porque actuaba en concordancia
al modelo mental que tenía sobre el mundo, ajustando mis acciones cada vez que
un pedazo nuevo de información sobre la realidad aparecía ante mí.
Pero luego
está este otro grupo de piezas, piezas que tus padres te dijeron que eran parte
del rompecabezas, casi como hacer trampa te ofrecen un rompecabezas armado con
piezas que se conectan entre sí, y sería tonto no aprovechar esta ayuda, así
que las aceptas, aún no sabes en que parte van a encajar, pero confías en que
tus padres te dirían si ellos nunca lograron unir ambos rompecabezas. Así que
continúas poniendo nuevas piezas con la esperanza de encontrar algún día una pieza
que una las distintas partes, pero esa pieza no llega, pasan 24 años de tu vida
y no la ves llegar, incluso has empezado a desechar partes del rompecabezas que
te dieron tus padres porque te das cuenta que por la forma y tamaño no podrán
llegar a encajar con el resto jamás.
Lo que a mí me
pasó es que un día me di cuenta que mis padres simplemente no habían sido tan
dedicados como yo armando su rompecabezas de la realidad, habían perdido el
interés en completarlo y vivían contentos con las piezas que habían logrado
juntar y nunca se preocuparon por unir las partes que te dieron con el resto de la realidad, ellos
mismos había desechado muchas de las piezas que te habían entregado años atrás y nunca te lo dijeron, en el momento en
que entraron en conflicto con su forma de vida o en cuanto les resultaron
inconvenientes decidieron abandonarlo sin avisarte siquiera, algo no estaba bien.
Sentí que todo
mi cerebro se agudizó, fue como si toda esta basura que había estado rondando
mi espacio de trabajo hubiera simplemente desaparecido, revisé nuevamente el
rompecabezas y me di cuenta que yo mismo había fabricado algunos de estos
dibujos infantiles y los había colocado para completar huecos que faltaban y
los deseché también, por primera vez vi que era mejor dejar un espacio vacío
que tratar de rellenarlos con un producto imaginario, por muy buen “dibujante”
que fuera y por muy cercana a la verdadera pieza que fuera, simplemente no eran
parte de la realidad y debían ser desechadas.
Fue una de las
épocas más felices de mi vida, el proceso de hacer una revisión concienzuda del
rompecabezas encontrando fallas y luego buscando en internet, documentales y
libros la pieza verdadera. Por supuesto
que debí volverme muy cuidadoso al momento de aceptar nuevas piezas, por muy
realistas que parecieran necesitaba estar seguro de que formaran parte del rompecabezas
que pretendía armar. Fue y continúa siendo una experiencia emocionante y
vigorizante que me gustaría que todos tuvieran; probablemente todavía hay
algunas piezas “fabricadas” por alguna parte en mi cerebro, partes del
rompecabezas que olvidé revisar, pero tengo una certeza, ya no siento ninguna
aprensión afectiva por mantenerlas, sin importar cuánto tiempo hayan estado
allí o cuán grande sea el pedazo que parecen completar, en el momento que las
descubra por entrar en conflicto con la evidencia las desecharé en un segundo.
También
entendí que toda la vida me había encontrado con fabricantes de piezas falsas
que sin ninguna timidez esparcían su seudo-conocimiento a gente que, como yo,
otorgaba el beneficio de la duda por cortesía o por tolerancia, pero ya no lo
seguiría haciendo, ahora me propongo denunciar a todos estos farsantes cada que
tenga la oportunidad, cada vez que escuche a una persona hablando sobre un
hecho del universo se arriesgará a mi evaluación y juicio, me he propuesto hacer las investigaciones que estas personas no realizan por pereza o negligencia y denunciar cada vez que detecte una pieza falsa para que la
menor cantidad de personas posible sea víctima de estos aficionados a la inventiva, la pereza y la mentira.
Es
por esto que cuando alguien pregunta por mi religión digo “no tengo, soy ateo”,
ateo militante, anti-teísta, escéptico, racionalista, agnóstico y naturalista;
militante porque veo el ateísmo como un movimiento de gente preocupada por que
la humanidad entre en razón y en una búsqueda científica de la verdad, porque
solo a través de ser honestos con nosotros y dejar de engañarnos podremos
corregir los errores que a causa de nuestra primitiva evolución cometemos.
Muchas
gracias por leer
Rafael Cuen Hernández
Comentarios
Bienvenido al "otro lado", este planeta requiere que las personas que piensan ayuden a los que desgraciadamente no han podido hacerlo por ellos mismos y a -como mencionas- a denunciar a los charlatanes falsificadores autoengañados.